jueves, 24 de junio de 2010

En Facebook … con una jirafa, dada a luz por José y María

Hoy me dijo Karen que hace mucho no ponía frases lindas en Facebook ni cambiaba mi estatus en el Messenger de Blackberry ni nada de nada, y que, dicho sea de paso, ella había amanecido reclamona porque tenía una “crisis de abandono”, derivado del hecho de una de sus mejores amigas, amiga ya muy querida nuestra y del PSC, se fue a vivir a Nueva Zelanda y de que esta semana, como he salido con amigos que hace tiempo no veía, la tengo un poco abandonada.


Entonces me metí a Facebook a poner una frase y linda y ya, como que sí he tenido un poco de apatía feisbuquera y, pues ni modo. La verdad es que hoy, con tanta lluvia y mi correo de outlook que se desconecta y se desconecta y yo que no sirvo mucho para entender qué le pasa a mi outlook, me quedé de apática en mi oficina mirando por la ventana la lluvia caer y pensando qué escribir, porque estos días de lluvia ponen a todo mundo medio poeta. Leí el tuit de un ingenioso tuitero a quien sigo por su sarcasmo, ironía y mal genio. El tuit decía: “empiezan las lluvias, cuidado; no levanten las piedras porque saldrán poetas por doquier”… Y en esas estaba yo, tratando de volverme una de esas poetas que saltan de por doquier cuando decidí ir a la oficina de Estela en lo que me trataban de arreglar el outlook. Estela me preguntó si no jugaba en Facebook algún jueguito, o se me hacía muy “ñoño”. A mí se me hace ñoño, a veces, hasta Alfred Hitchcock, así que no soy referencia para opinar sobre ningún tipo de juego en Facebook. Pero, como yo quiero mucho a Estelita, inquirí sobre el juego en cuestión porque ella me dijo: “es que yo tengo mi muñequita, y estoy muy emocionada, pero necesito más amigas”. “Ok, le contesté, enséñame a tu muñequita y explícame de qué se trata…” Estela ingresó a su Facebook y se metió a algo que se llama Senority no sé qué y me empezó a explicar que es un juego que se trata de tener dinero, viajar, tener muchos novios, muchas amigas, ropa y zapatos. Bueno, ¿a quién no podría gustarle un juego así? Me enseñó su muñequita, que es ella y me dijo, hablando en primera persona, que acababa de regresar de París y que tenía que reclamar su dinero. Entonces empezó a picar botoncitos por todos lados y me empezó a enseñar los zapatos que tenía, la ropa, los peinados… “Tiene muchos zapatos”, me dijo. “¡Qué maravilla! Sí quiero jugar”. Finalmente “reclamó” su dinero y se emocionó porque tenía cierta cantidad, automáticamente presionó el botón “shopping” y, evidentemente, se metió a comparar lo que se le puso enfrente. Primero vio unos vestidos y dijo que no tenía dinero suficiente para comprarlos todavía, pero que … hizo una pausa, dio tres clics más en la página y apareció un lindo vestido strapless a rayas. Estela estaba muy emocionada, “éste es el que quería” y lo compró. La pantalla siguiente la felicitó por su compra y el vestido se agregó al closet de Estela, o su muñeca, es lo mismo, ella se refiere a la muñeca como si hablara de ella misma. Se puso el vestido a rayas y me explicó, como si yo no entendiera nada sobre el arte de combiar ropas y zapatos, que obvio le tenía que cambiar los zapatos y el peinado. Me reí. Después me empezó a explicar sobre los novios. “Yo, en París, no tengo novio…, hizo otra pausa para buscar mi mirada de entendimiento, moví la cabeza en señal de comprensión, … pero, en mi vida normal…” Y aquí sí no puede seguir escuchando: “¿En tu vida normal?”, o sea, ya estamos en el punto en el que la “vida normal” de la contadora de EMI es que “ella” (entiéndase, su muñequita de Facebook) no tiene novio en París.

Más tarde, durante la comida, se estuvieron nuevamente expresando las miles de teorías por las cuales México le puede ganar a Argentina. Aquí, como en casi todo el mundo, asumo, desayunamos, comemos y cenamos con el futbol, así que no me ha quedado de otra que entrar a las pláticas y opinar, con mi nulo conocimiento del futbol, que si los argentinos salen a la cancha en muletas tal vez les ganemos. Gritos y sombrerazos vienen y van durante la comida, se apasionan, se enojan, se contentan, se dice que piches españoles, que si los holandeses… y de la noche a la mañana, todos se vuelven expertos en nacionalidades. Mientras unos tratan de ver los partidos, haciendo un esfuerzo tremendo por subir el volumen y ocultar los gritos de Adolfo y Kelly y las risotadas de Leyla, otros tratamos de escuchar por ahí algo que nos pueda dar un indicativo sobre qué es un cuarto de final. Finalmente el tema desembocó en un documental que Vero había visto en la tele sobre las jirafas en África. “¿Jirafas?”, preguntó mi compadre Adolfo. “Sí, sí, jirafas….”, contestó muy emocionada Vero y continuó entusiasmada: “En África las jirafas meten sus cuellos a las casas de las personas y si ven algo en el mesa, sacan su larga lengua y se lo comen. Yo vi cómo estaba el cuello de la jirafa dentro de una casa y de un lengüetazo se comió todos los cacahuates”. Leyla movió su cabeza hacia el lado izquierdo, señal inequívoca de que la escena de la jirafa comiéndose los cacahuates la había visualizado en su cabeza y le parecía tremendamente tierna. Y sí, en efecto, dijo: “¡Ay! ¡Qué chido!” y mi compadre Adolfo la secundó, y ambos tenían cara de satisfacción, supongo que imaginándose a ellos mismos acariciando a la jirafa mientas ésta se saboreaba los cacahuates. “¿Qué chido?, les pregunté. ¡No!, ¡imagínense que tengas que estar cuidándote de la jirafa! ¡Ey, Fulano!, trae acá el matamoscas para espantar a la pinche jirafa que ya se está comiendo otra vez los cacahuates. Obvio debe ser desesperante, y no es lo mismo espantar al perro callejero, ¡que a la jirafa!”. En un mar de risas, mi compadre me dijo, muy seguro de él mismo y de que el argumento que estaba a punto de compartir iba a acabar terminantemente con el mío: “No, comadre, la gente de allá está diseñada para tratar con las jirafas”…. ¿¿¿¿¿¿QUÉ?????? ¿Cómo se “diseña” a la gente para tratar con jirafas que entran a tu casa por la ventana? ¿Dónde está el diseño? Las risas seguían y mi compadre, ya con los ojos llenos de lágrimas de tanta risa, dijo: “Diosito, Diosito los diseña allá arriba”…. A lo que Leyla contestó, también muy segura: “Sí, ¿qué no se supone que somos todos hijos de José y María?” “¿De José y María?, contesté, Leyla, DE ADÁN Y EVA”… y el “torrente de risa y contento” seguía desbordándose de aquella mesa en donde las jirafas comen en las casas de las personas que están diseñadas, por María y José, para convivir con ellas; mientras, Estela, supongo, vivía su vida real, en la que sí tiene un novio, aunque no en París.

miércoles, 31 de marzo de 2010


“Dime con tus dedos que no habrá más peros, que siempre seremos mientras nos toquemos. Cómo fluye el viento, cómo corre el agua... bésame los labios, tócame la cara, que me tiembla el alma”.



De una rola que me puso el alma a temblar. La escuché hace un par de semanas: bebí las imágenes, sentí en la piel el tacto que habla, bebí el agua que corría, toqué los rostros... dije con mis dedos.


Mi hermana escribió hoy: “Estoy en cuarentena de amor...” (¡Qué curioso que nos hayamos puesto a escribir el mismo día!). La cuarentena de amor es buena (también es relativa). Recordé lo que es decir, y que te digan, con los dedos que no habrá más peros, que siempre seremos mientras nos toquemos.
De lo chusco: Kelly y el prepucio


Hace casi un año fui al Vor Hal a festejar por vigésima quinta vez, que estaba a punto de firmar un contrato que se negoció por años. Estábamos muy a gusto comenzando la noche cuando empezó alguna canción electrónica que me gusta mucho. Di un salto del banquito periquero en el que con trabajos me había subido, boté el vodka y me puse a bailar. Le dije a Ale y a David que esa rola me gustaba mucho. David, ni tardo ni perezoso, preguntó: “Ah, sí, ¿y cómo se llama?” A lo que yo contesté: “No tengo idea, David, yo creo que las rolas de música electrónica no tienen título y si tienen, sólo se lo sabe el DJ”, me reí. David me dijo, muy seguro de él: “pues yo sí sé cómo se llama”. Ale y yo lo miramos extrañadas. David hizo una pausa, disfrutando el momento y riéndose de nosotras, y contestó: “Éxtasis en el prepucio”. Ale casi se ahoga con el vodka y la carcajada y yo me detenía de la sillita periquera de la cual me había bajado de un salto. Kelly, que estaba en la periquera de junto, me preguntó: “¿De qué se ríen?” Yo, sin poder parar de reírme y con el poco pero profundo conocimiento que tengo de Kelly, la miré y le dije: “De nada, Güera, de nada”. Ale me increpó: “¡Qué mala eres, dile!”. “No, Ale, Kelly no se va a reír porque no sabe qué es un prepucio”. David contestó: “¡Cómo crees! Claro que sabe” y Ale asintió. Entonces les aposté algunos drinks a que Kelly no sabía qué era un prepucio (I know my people). Volteé a mirarla y le dije: “A ver Kelly....”, Kelly se puso en actitud de prestar mucha atención, dio un giro a su periquerita y me miró con carita de “sí dime, ¿en que te puedo ayudar?”, yo continué: “A ver Kelly, ¿qué es el prepucio?”. Kelly automáticamente y con mucha emoción, como quien sabe que tiene la respuesta correcta para ganar en un juego de concurso, contestó: “Un hueso”. Ale y David lloraban de risa. Yo gané unos chupes.

Querido Pepe,

Toda cuestión tiene dos puntos de vista: el equivocado y el nuestro.

Retomé el contacto con un amigo de antaño con quien compartí alguna vez una luna de octubre. No es que hayamos perdido el contacto, y menos ahora que existe el facebook y el twitter y el no sé qué tanto, la realidad es que la distancia, los hijos, los divorcios, los trabajos, la falta de tiempo, el día a día, nos llevó a que sólo pusiéramos “nos gusta” a algún estatus lindo, o nos preguntáramos intrascendencias sobre nuestras vidas. Hoy nos escribimos mails de más de dos párrafos y creo que nos acordamos cómo nos gusta escribir y escribirnos... y yo recordé cuánto tiempo llevo sin alimentar el blog de las cotidianitas, y cómo la piel arrugada de lo cotidiano... se va arrugando más cuando no se alimenta con gotitas de palabras.

“Yo ya quiero establecerme”, le dije a Pepe. “¿Quieres establecerte?, fue su respuesta, ¡Pues ya estás establecida! Con muchos amigos que te quieren, con tu trabajo exitoso, con tu lado femenino y humano bien fortalecido... cuando leo tus mensajes sobre las fiestas o reuniones o veo las fotos, haces que sienta un calor como de víspera navideña, y también me pega una cierta envidia (de la buena)”. Me di cuenta que en realidad estoy establecida, es cierto y que a veces olvido las básicas lecciones de la vida, las que primero se aprenden y que, a fuerza de pasar tantos años, se olvidan aunque sean el ABC: hay veces que uno añora lo que no tiene y olvida vivir intensamente lo que sí se tiene, a manos llenas. Me puse a ver las fotos del bien denominado “Pitágoras Social Club” y, ¡miren!, han pasado ya tres años de que nos reunimos y, en efecto, se siente como esta “víspera navideña” de la que habla Pepe, aunque a mí no me guste la Navidad.

Ahora mismo tomo café en una taza que me regaló Paul el 14 de febrero, tampoco festejo el 14 de febrero ni significa para mí ninguna cosa importante, y aun sí me llegó un regalo Valentino, una taza que dice: “te quiero a ti, desde el primer día que te vi”. También me puse un perfume que me regaló Estela de cumpleaños y un anillo que me dio Leyla un día que no tenía nada mejor que hacer que pensar en mí. Y tengo hermosas flores en mi oficina que mandó Tashi y una barricada de amigos de oficina dispuestos a defender mi integridad ante cualquier arreglo floral que llegue a la recepción sin remitente. Fruta y dulces en mi florero. El cuadro de un antiguo amor que cruzó medio mundo para venir a verme. ¡Qué rico que todo venga en bocanadas de luna nueva! Sociedades secretas que me inventan conjuros para sanar heridas.

Esto era una carta para Pepe, para contarle en qué iba mi vida, en dónde estaba mi corazón, qué piensa mi mente, hacia dónde se acomodó hoy mi cabello, qué ha pasado durante todos estos años, cuántas nuevas arrugas tengo y si me ha salido alguna cana, cómo hace uno para estar siempre, perennemente, “dentro del mercado” y no morirse en el intento, qué pasó con los últimos roces de labios, a dónde he viajado, qué libro he leído, qué comida he disfrutado, dónde está la Hormiga que nos intriga con una sola palabra: “reciprocidad”... y todo, absolutamente todo esto tan pequeño y cotidiano parece ahora tan suntuoso con la simple frase: “¡Ya estás establecida!”. Es cierto, querido amigo de esa luna de octubre, estoy muy establecida, estoy donde debo estar y con quien debo estar.

Besos y estrellas,