Cotidianita tropezada, tengo poco tiempo, nostálgica... por el recuerdo.
¿A qué te sabe Mario Benedetti?
“sobremuriente no / sobreviviente
desde el carajo al cielo / sin escalas”
Esta mañana entró Nami a mi cuarto y dijo: “te tengo una muy mala noticia... se murió Benedetti”. No me sorprendió nada, la semana ante pasada había estado hospitalizado por alguna complicación de algo (todo se complica a los ochenta y tantos años) y yo escuché en las noticias que ya había salido del hospital, pero pensé que tal vez ésta sería de las últimas. Fui a buscar un moñito negro para anudármelo en el brazo pero el único que tenía era muy grande, iba a parecer regalo gótico y esa no era mi intención. Entonces decidí cambiar mi colorida blusa por un suéter negro en señal de luto. Sí, sí, fue triste.
Me subí, con prisa como siempre, a la Mafalda y busqué en el radio un alma caritativa que se apiadara rápidamente de mí y me indicara la vialidad de Viaducto. Me detuve al escuchar: “... mi táctica es mirarte, aprender cómo sos, quererte como sos...”... y me quedé pasmada escuchando “Táctica y Estrategia” como si fuera la primera vez que la escuchaba. Luego presté mucha atención al programa de Granados Chapa, Plaza Pública, que era precisamente un homenaje a Mario Benedetti. En él comentaban, palabras más palabras menos, que Benedetti no había sido uno de los 10 mejores escritores latinoamericanos, que probablemente se encontraba dentro de los 20 mejores. Esta primera afirmación me molestó un poco, debo reconocerlo, pero a este comentario siguió: “no tiene la maestría de Julio Cortázar, ni el dominio de la lengua de García Márquez o de Vargas Llosa, ni tampoco el del mismo uruguayo Onetti...” Bueno, nada que decir al respecto, estoy totalmente de acuerdo, pero me dejó un mal sabor de boca que lo hubieran puesto así, tan tajante. Terminó el programa y, ya metida en viaducto con todo el tráfico del DF, me di a la tarea de buscar algo que me entretuviera en el radio. Curiosamente, si bien no estaba entre los mejores 10 escritores latinoamericanos, en muchas estaciones habían homenajes a Benedetti.
Entonces empezaron a hablar de “La Tregua”, su libro más conocido, y me acordé del olor de casa del estudio de mi mamá; ahí leí “La Tregua”, por primera vez, y ahí me hice amiga de Laura Avellaneda y su amor platónico por un hombre mucho mayor que ella. Me empecé a dar cuenta que Benedetti me sabía o me olía a algo, no era importante que fuera el mejor escritor latinoamericano, ni que hubiera o no ganado un Nobel de literatura, la cuestión era, ¿A qué me sabía Benedetti? Así que mientras escuchaba todos los homenajes recordé que “resumiendo estoy jodido, y radiante, quizá más lo primero que lo segundo y también viceversa...” me sabe a cigarros Gratos, que compartía con Cristina en los pasillos del Liceo. Las primaveras, desde entonces, siempre han tenido una esquina rota, y siempre he querido tener un perro que se llame Sarcasmo, como el de Beatriz. “Primavera con una esquina rota” me sabe a compartir chocolatines con mal café con mi amiga Daniela, en las mañanas en el patio del Liceo, antes de entrar a clase. También me supo a la promesas de amor adolescente, a todos las cartas de amor (hechas en papel de cuadrícula pequeña para que del otro lado, EN CADA CUADRITO, me cupiera un perfecto “TE AMO”) que le mandé a la Ardilla y que comenzaban diciendo: “Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo”. Me supo a papelito arrancado de un cuaderno, cómplice de mis coqueterías, en el que le escribía a Eddy (un chavo de la Universidad que tenía unos ojos amarillo/miel que podían volverme loca): “Te propongo construir un nuevo canal sin esclusas ni excusas que comunique por fin tu mirada atlántica con mi natural pacífico”. Me olió a playa, a libro mojado con agua de mar, cuando no me separaba del Inventario y me lo llevé a Acapulco para llorar todas las noches porque había terminado con Luis. ¡Ah!, y él me había regresado POR CORREO, muy amable él, alguna carta que le escribí con la promesa imprescriptible: “Hagamos un trato”. Me supo a lágrimas en las mejillas, cuando me volé una clase con Cynthia y nos fuimos a verlo a Plaza Loreto. No nos pudo firmar el Inventario, porque llegamos muchos amantes de su prosa y verso, pero nos leyó algunas poemas. Yo lloré desde que lo vi salir, y lloré más cuando empezó: “Porque te tengo y no, porque te pienso, porque la noche está de ojos abiertos”... Me sabe a resaca de tequila, y ésta tendrá a lo mucho unas semanas, cuando en casa de mi vecina le dije a uno de sus amigos, que me encantó y que tiene novia, que “ningún padre de la iglesia ha sabido explicar por qué no existe un mandamiento once que ordene a la mujer no codiciar al hombre de su prójima”. Me sabe a haber crecido sin haberme olvidado, haber crecido con faldas largas hippies, con amigos “revolucionarios” cuyas manos “sabían gritar rebeldía”. Me sabe a compartir con muchos el dulce sabor “de la sutilísima, la dulce venganza de Hiroshima”, cuando los japoneses adquirieron el Rockefeller center. Me sabe a puras cosas ricas, a puro dolor encarnado y sincero, el que proviene de los primeros desamores, a adolescencia, a poemas (míos y de otros), a estrellas, a “noches que están de ojos abiertos”, a tentempiés que se beben antes de asomar la naricita, a Menganos y Sutanos que se van, a amores que, entre más largos, más fáciles son, a “bodas de perlas”, a lados oscuros del corazón... Y abrumada entre todos estos sabores que se despertaron en mi boca como si hubiera sido ayer, subí el volumen y lloré.
Eii... Me encantó leerte en tu cotidianeidad tan influenciada por Bendedetti... Desde Brasil me enteré, y lo primero que hice fue avisarle a mi amiga uruguaya con la que vivo... Comparto el luto contigo y con tod@s los amantes de sus letras!!!
ResponderEliminarMuchos besoss desde estas tierras sureñas y gracias por las felicitaciones!!! Por acá todo marcha bien, entre la adaptación, las saudades, las novedades, las experiencias y los caminos de la vida...
Te quierooo!!
Valeria
Desde que salió esta publicación, iba a comentar que:
ResponderEliminartodas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y esto en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabes tan objetivamente como yo